jueves, 3 de mayo de 2012

Los Sanitarios Estadounidenses

Si hay unos tipos que siempre han merecido mi admiración y respeto, sin duda, esos son los médicos y sanitarios que durante la Segunda Guerra Mundial (y por añadidura durante cualquier otro conflicto armado) desempeñaron su labor en primera línea de fuego.


Bastaba que alguien gritara aquello de "¡Sanitario!" para que, bajo el fuego enemigo, corrieran a socorrer a los camaradas heridos, sin importarles su propia vida o integridad física. Es realmente encomiable y digno de todos los elogios que realizaran su trabajo con rigor y profesionalidad, soportando la tensión, el miedo, las balas y explosiones que se sucedían a su alrededor o incluso sus propias heridas. Gracias a su labor, se salvaron innumerables vidas y en muchas ocasiones dieron consuelo y evitaron el sufrimiento a los moribundos.


Creo no equivocarme si afirmo que los sanitarios del Ejército y la Marina de los EE.UU., eran los mejor preparados y equipados de toda la guerra, sobre todo en el Frente del Pacífico donde eran objetivo prioritario de los disparos de los soldados japoneses. Incluso se dieron muchos casos, sobre todo, al comienzo de la guerra, en que acudían a socorrer a algún nipón herido que solicitaba ayuda para encontrarse con que les disparara, les rebanara el cuello o activara una granada mandando a ambos al infierno.


Durante la Segunda Guerra Mundial se vieron avances inmensos en el tratamiento y la evacuación de los heridos. "Drogas maravilla" como la penicilina, la sulfamida y la morfina, y la posibilidad de hacer transfusiones de sangre procedente de bancos, redujeron de modo drástico las muertes por infección y shock. Todos los médicos, y a menudo los propios soldados estadounidenses, llevaban consigo sulfamida en polvo y una jeringuilla desechable de morfina para uso de urgencia durante los combates. Si os interesa podéis pinchar en este enlace para ver el equipo médico completo que llevaba consigo un sanitario norteamericano.


Si un soldado estadounidense herido conseguía ser evacuado con seguridad para recibir tratamiento, lo que en muchas circunstancias no era precisamente moco de pavo, sus posibilidades de sobrevivir eran notablemente altas: una media del 95,5%. Un  75% de los heridos en el abdomen y un 95% de los heridos en el pecho lograban sobrevivir al tratamiento. Incluso los hombres que habían perdido miembros en una explosión o habían recibido heridas en la cabeza tenían más probabilidades de sobrevivir que lo contrario. Ahora bien, siempre en caso de que fueran evacuados a la retaguardia con suficiente rapidez.


Por cada hombre herido en combate durante toda la Segunda Guerra Mundial, hubo 27 soldados temporalmente fuera de servicio a consecuencia de las enfermedades. Así por ejemplo, las enfermedades venéreas fueron el gran azote del Frente Europeo Occidental y el Mediterráneo. La malaria fue también un serio problema en el Norte de África y Sicilia. En el Frente del Pacífico las enfermedades venéreas no eran problema, pero si casi todas las demás. La zona más peligrosa era el Suroeste del Pacífico, con su espesa jungla y la malaria. Esta enfermedad era casi universal en todas las zonas de combate, seguida de la disentería, el dengue y la fiebre tifoidea. Contra la malaria los Aliados produjeron las pastillas de Atebrina, que eliminaban los síntomas pero daban un tono amarillento a la piel como efecto secundario, y además corría el rumor entre la tropa de que causaban esterilidad e impotencia, por lo que muchos soldados evitaban tomarlas.


Con todo, ni las heridas ni las enfermedades graves era la gran causa de las miserias cotidianas del soldado estadounidense medio; lo peor era el carácter insalubre del entorno. En el Pacífico, el menor corte, la más mínima escoriación o picadura de insecto, se infectaban a toda velocidad y a menudo resultaban imposibles de curar sin tratamiento prolongado. Las rozaduras de la ropa siempre húmeda causaban enfermedades cutáneas, hongos y ulceraciones generalizadas, que solían llamarse en conjunto "putrefacción de la jungla". Además aquel frente presentaba un último problema médico que no hay que subestimar: el golpe de calor causado por las altas temperaturas y la humedad extrema.


Como los japoneses atacaban de manera prioritaria los hospitales de sangre y a los propios sanitarios - que eran el blanco predilecto de los francotiradores - éstos se abstenían de mostrar la Cruz Roja y solían ir armados. Los aborígenes del Suroeste del Pacífico - como por ejemplo los papúes a quienes los australianos que lucharon en la campaña de la "Ruta de Kokoda" apodaron fuzzy wuzzy angels - prestaron un servicio inapreciable transportando heridos a las zonas de la retaguardia. También era fácil ver capellanes ayudando a los médicos. Las tropas alemanas del Frente Europeo no tenían por costumbre disparar de manera deliberada al personal sanitario, por lo que, los médicos y camilleros ponían todo su empeño e interés en identificarse en combate con la máxima claridad mediante brazaletes de la Cruz Roja y crujes rojas dentro de un círculo blanco u otros diseños en sus cascos.

Fuente:
Osprey: Soldados de la II Guerra Mundial: "La Americal y otras divisiones americanas en el Pacífico" de Mark R. Henry

2 comentarios:

Mister Lombreeze dijo...

Qué buen post Charlie. Es que tienes toda la razón del mundo.

Aunque me salga un pelín del tema, es muy "interesante" (entiéndaseme bien) conocer cuánta y cuánta mortandad hubo durante la Segunda Guerra Mundial que no tuvo nada que ver con disparos ni bombas. Los datos de estos "detalles" suelen ser escalofriantes.

Un ejemplo: los mutilados de guerra yanki fueron 17.000. Los mutilados en las fábricas de armamento yanki por accidente laboral fueron 100.000!. El esfuerzo de la guerra fue cosa de muchos en muchos "frentes".

charlie furilo dijo...

100.000 mutilados por accidente laboral!!! Joder, Lombri, acojonante. Interesantísima tu aportación.

Me enorgullezco al ver como mis aguerridas huestes se aplican y dan el callo como los putos profesionales que son. Good job, my friend!!

Al igual que al camarada Heitai, le propongo para un merecido ascenso y 15 dias de permiso (que coño! incluso le libero de la obligación de tomar la medicación para la malaria por si tiene la oportunidad de pillar cacho, jajaja!!!)

Saludos!!!